La revolución silenciosa de Francisco

Compartimos una nota de opinión escrita por el P. Víctor Urrestarazu, Vicario Regional de Agrnetina, Paraguay y Bolivia y publicada en el diario Última Hora, con ocasión del viaje del papa Francisco por Latinoamérica.

El papa Francisco en Ecuador.

El tercer año de pontificado venía tabulado por grandes eventos sociopolíticos, como la recuperación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y el reconocimiento del Estado palestino... y desde esa perspectiva se proyectaba el paso por Ecuador, Bolivia y Paraguay.

Sin embargo, la verdadera revolución de Francisco es silenciosa. Su máxima de derruir muros que separan y construir puentes que unen supera la dimensión horizontal de los hombres y se eleva hacia el Cielo, para proponer a cada persona que renueve su vínculo con Dios, un Dios de misericordia y perdón.

Desde visiones generales, el Papa será recordado por los grandes eventos internacionales, por su lucha contra la cultura del descarte y la exclusión, y por su promoción de la paz, la ecología y el desarrollo sostenible para todos. Pero en la historia personal de cada uno y de cada una, ahí está Francisco invitando a que nos dejemos abrazar por la misericordia de Dios, que nos perdona y nos invita a vivir la alegría del Evangelio, cargando a cuestas con las heridas, pero con la esperanza de que la gracia de Jesucristo es más grande que nuestros pecados.

“Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: Es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando miro con ojos sinceros al hermano (...). Misericordia: es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado”, ha escrito en la reciente carta Misericordiae vultus. Dios “jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo de la compasión y la misericordia”.

¡Todos tenemos una nueva oportunidad!: este mensaje de Francisco está esperando que le abramos el corazón y escribimos una página nueva y grande de nuestra propia historia, una historia silenciosa, ajena a los grandes debates y a los grandes medios de comunicación, pero absolutamente determinante para vos y para Dios, que organiza una fiesta en el cielo cada vez que volvemos a acercarnos a Él.

Ayer tuve la gracia de compartir unos minutos con el Papa y pude notar su alegría por estar en su casa y con su gente, y también la esperanza de que toda la fiesta de la tierra que estamos viviendo, se transforme en una fiesta del Cielo, por la conversión personal, por la confesión y la renovación interior. Por perdonar y pedir perdón, por atender las necesidades de los que sufren, por apostar al trabajo honesto y esforzado, antes que al facilismo cortoplacista; por la nobleza de hablar de frente antes que chusmear por la espalda.

San Josemaría, fundador de Opus Dei, nos da un consejo muy bueno: recibí en tu corazón las palabras del Papa, y hacele eco. En estos días hemos escuchado con emoción muchas palabras, sigamos a Francisco que nos dice: “este es el tiempo para dejarse tocar el corazón”. Pasar de las buenas intenciones a las buenas realizaciones es la mejor manera de ser partícipes de la revolución del papa Francisco, una revolución de misericordia, de servicio y de amor a Dios y a todas las personas. Para que, como nos animó en Caacupé, “seamos portadores de fe, de vida y de esperanza”.

Nota original publicada en Última Hora.